PULSO
Eduardo Meraz
Fiel a su costumbre de sacar ventaja de las oportunidades, ya sea se le presenten en el camino o las promueva, el presidente totalmente Palacio Nacional ha decidido invitar a los consejeros del INE a dialogar en su palacete.
Estaríamos ante la versión 4T de los «Diálogos en el Infierno entre Maquiavelo y Montesquieu», obra de Maurice Joly, en la cual se presentan las dos ópticas en el ejercicio de la política: la pragmática y la ética, visiones antagónicas entre sí.
Y quizá como en ningún otro momento de la historia mexicana del presente siglo, estamos viviendo el conflicto derivado de los diferentes criterios, valores y principios en los cuales se sustentará la próxima renovación de los poderes ejecutivo y legislativo.
Sin importar los medios para sus fines, el mandatario innombrable pasa por encima de la ley o la evade, ya sea la electoral o cualquier otra, con tal de imponerse. Los innumerables litigios y controversias que han llegado a la Suprema Corte así lo certifican.
Ha hecho del desprecio por el orden jurídico lema: «no me vengan con el cuento de que la ley es la ley»; de ahí sus constantes amagos, presiones y ataques a la Corte, a las autoridades electorales, al Instituto de Transparencia, a la UNAM y s toda agrupación contraria a sus puntos de vista y caprichos.
Desde la comodidad franciscana de su hábitat, su territorio, pretende hacer valer su investidura para ver si logra obtener manga ancha electoral, para él y los suyos, en la cotidiana y aturdidora propaganda de su movimiento, haciendo de lado la ley.
El mandatario sin nombre y sin palabra, ahora se quiere dar baños de demócrata, cuando nunca se ha entrevistado con los partidos de oposición, a los cuales considera un estorbo necesario para tener culpables y, de esa forma, justificar errores, incapacidades y magros resultados.
Para el habitante temporal de la edificación virreinal, los preceptos de neutralidad e imparcialidad son inexistentes en los procesos electorales; son principios neoliberales desechables y deben cancelarse.
Así lo ha demostrado a lo largo de su mandato y mayormente desde la designación unipersonal de sus corcholatas, que un día sí y al siguiente también infringen las normas y han hecho un derroche de recursos histórico, sin conocerse su origen.
¿Tendrán la suficiente entereza los consejeros del INE para soportar la embestida presidencial y serán capaces de hacer la ley de manera irrestricta?
¿O bien, sucumbirán al «método persuasivo» del que ha hecho gala y ostentación el mandatario sin palabra y sin nombre a fin de garantizar, haiga sido como haiga sido, qué uno de sus designados lo sustituya y alcanzar la mayoría calificada en el Congreso?
El ulterior actuar de las autoridades electorales, nos dará luces si el infierno palaciego se extiende o no, dependerá si el maquiavelismo cuatroteísta le gana más espacios a la ética.
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
¿Llegarán completas e incólumes las corcholatas a septiembre? Lo dudo.
@Edumermo