Por Ivette Estrada
Los detractores de las redes sociales las satanizan y señalan como causantes del “miedo a perderse” o tener una mala imagen corporal. A la par, hay quienes les endilgan generar conexiones sociales y propiciar la autoexpresión.
Amigas o enemigas, las redes tuvieron un papel relevante en el confinamiento que apareció en la pandemia mundial de 2019. Fueron, sin discusión, quienes paliaron la soledad. Pero aún está en el aire si tendrán efectos adversos en la salud mental, física, social y espiritual
La Encuesta Global Gen Z 2022 del McKinsey Health Institute (MHI) realizada en 26 países detectó que tanto la generación Silenciosa, Baby Bommer y X pasan igual tiempo en las redes que los millenialls y ésta última es la generación más propensa a publicar.
En todas las cohortes coincidieron en los efectos positivos: más del 50 por ciento de todos los grupos citaron la autoexpresión y la conectividad social como aspectos positivos de las redes sociales.
Las generaciones más jóvenes tienden a interactuar con las redes sociales regularmente, tanto de manera activa como pasiva. Casi la mitad de los encuestados millennials y Gen Z revisan las redes sociales varias veces al día. Más de un tercio de los encuestados de la Generación Z dicen que pasan más de dos horas cada día en sitios de redes sociales y el 32% de los millennials encuestados publican diariamente o varias veces al día.
Curiosamente, en este estudio los integrantes de la Gen Z y los millennials son más propensos que otras generaciones a decir que las redes sociales afectan su salud mental y la mayor utilización está asociada a un peor bienestar. El promedio que la Gen Z pasa en las redes sociales es de dos horas al día.
Asimismo, más mujeres que hombres reportan perjuicios de las redes sociales. Sin embargo, hay más impactos positivos que negativos reportados por los encuestados.
Se desconocen las causas de estas percepciones. Sin embargo, las redes sociales sustituyeron por mucho tiempo cualquier tipo de interacción personal y se relacionan de manera consciente o no con el aislamiento, desapego y silencio de otros. Pueden incluso advertirse como “sustitutos” de personas a nivel subconsciente, de ahí el rechazo que ocasionan en algunas cohortes.
La decisión no debe ser una tajante disyuntiva: amigas o enemigas. Hay posiciones intermedias. Así, resultan peligrosas las redes cuando sustituyen el contacto personal de manera tajante y/o por tiempo prolongado. Si logran combinarse con los encuentros “cara a Cara” e interacciones con grupos de amigos, compañeros de trabajo y colegas, en cambio, pueden propiciar grandes beneficios.
Por otra parte, no debe olvidarse la relevancia de las redes sociales como preludio de contactos significativos de trabajo y el tajante veredicto en el mundo empresarial: mientras mayores y más diversas sean las redes sociales mayores posibilidades de éxito profesional se pronostican.
Pero ¿qué hay de la salud mental de los más jóvenes? Deberán establecerse estrategias que permitan la interacción social, mentoring y coucheo para paliar el enorme abismo de soledad y aislamiento en que aún permanecen inmersas nuestras generaciones más jóvenes. El apoyo de familia, maestros y sociedad en su conjunto es fundamental.