Por Teófilo Benítez Granados, Rector del Centro de Estudios Superiores en Ciencias Jurídicas y Criminológicas (CESCIJUC)
En las universidades y centros de estudios superiores existe una labor continua y pocas veces divulgada: la capacidad para inferir competencias de los profesionistas del futuro. Esto para incorporarlas en los planes de estudio o impulsarlo en prácticas y actividades de intercambio, alianzas estratégicas o actividades extracurriculares.
En general debemos atender cambios tecnológicos, demográficos, y participación de empleados y consumidores en la dinámica de las organizaciones. Estos factores generan nuevas formas de ejecutar el trabajo.
Existen básicamente tres factores que moldean las necesidades y expectativas de la demanda laboral.
El primero es la tecnología que comprende los avances en las áreas de robótica, inteligencia artificial, sensores y datos.
La demografía es otro factor que determinará el futuro laboral. En general, los cambios demográficos alteran la composición de la fuerza laboral global, los segmentos de población joven y adulta son los que más aumentan y los habitantes de todos los países se vuelven cada vez más diversos.
No debe soslayarse el poder del consumidor sobre las organizaciones. También incide la accesibilidad a un mercado de talento global habilitado por redes y plataformas que abren nuevas posibilidades de trabajo e interacción.
Ahora, por el avance tecnológico se rediseñan la mayoría de los trabajos y aparece una ventaja especial en las habilidades esencialmente humanas. Esto marca la necesidad de un aprendizaje continuo y el desarrollo de nuevas habilidades para poder permanecer en un empleo.
Se impone, de esta forma, un nuevo modelo de capacitación en las empresas y de educación en las universidades.
Por otra parte, los cambios demográficos visibilizan una evolución de la oferta laboral. Muchos trabajadores extienden sus carreras mucho más allá de la edad tradicional de retiro y aumenta la inclusión de grupos jóvenes de trabajadores y de segmentos marginados de la población.
En tanto, las economías en desarrollo aportan una gran cantidad de trabajadores jóvenes a la fuerza laboral global. Las infraestructuras digitales permiten que más trabajadores laboren en un esquema “gig” o freelancer.
Por otra parte, el consumidor se siente cada vez menos satisfecho con productos estandarizados y busca experiencias personalizadas.
Adicionalmente a las tres fuerzas revisadas, los componentes de diversos tipos de trabajo tienen la probabilidad de ser alterados por la Robótica y la Inteligencia Artificial. Es necesario, entonces, reinventar el futuro del trabajo, ampliar la oferta de servicios y tener empleados más comprometidos.
Uno de los grandes atractivos empresariales para el talento es el reskilling y aprendizaje continuo. Esto mientras las universidades desarrollan modelos de aprendizaje susceptible de adaptarse a diversas irrupciones y entornos. Aprender a aprender se vuelve una competencia crucial para los profesionistas de hoy y del mañana.