Horas Extras
Por Daniel Lee
Esta semana entró en vigor la NOM-37 dirigido al teletrabajo o, lo que todos conocemos como «home office», cuyo propósito nodal es regular esta modalidad.
Sin embargo, el Derecho a la Desconexión Digital no puede ser solo un eslogan legal, debe ser respaldado por políticas concretas que eviten realmente la sobrecarga laboral y garanticen el verdadero equilibrio entre trabajo y vida personal.
Podría en sí, ser una gran noticia, aunque en la vida real es hora de ir más allá de la retórica y asegurar que estas medidas legales se traduzcan en un cambio tangible en la experiencia laboral de los trabajadores.
Con la aprobación de reformas al artículo 330-E, fracción VI, de la Ley Federal del Trabajo (LFT) en 2021, el Senado mexicano sentó las bases legales para este derecho fundamental. Esta normativa impone a los empleadores la obligación de respetar el derecho de los trabajadores a desconectarse al finalizar su jornada laboral, prohibiendo cualquier contacto laboral posterior a este período.
Un hecho irrefutable es que la pandemia por Covid-19 llevó a un cambio radical en la forma en que trabajamos, desencadenando una transición masiva hacia el trabajo remoto. En medio de este cambio, es que surge el concepto del Derecho a la Desconexión Digital como una medida supuestamente protectora del bienestar de los trabajadores.
Las reformas al artículo 330-E, fracción VI, de la Ley Federal del Trabajo (LFT) en 2021 (que impulsó el Senado), se promocionaron como una victoria para los trabajadores, otorgándoles el derecho a desconectarse una vez finalizada su jornada laboral. Pero… ¿Es esta regulación una verdadera garantía de equilibrio entre la vida laboral y personal?
La Norma Oficial Mexicana en Teletrabajo (NOM-037) de junio de 2023 reforzó este derecho, definiendo la desconexión como la facultad de los trabajadores de apartarse de sus labores digitales fuera de su horario regular. Pero la realidad es que la implementación y el cumplimiento de estas normativas distan mucho de ser efectivos.
Mientras se alaba esta regulación como un respiro para los empleados, la pregunta es si realmente previene la fatiga laboral y el tan temido «burnout». Estudios académicos han demostrado los impactos negativos de la conectividad constante en la salud mental de los trabajadores, pero ¿es esta legislación suficiente para contrarrestar esos efectos?
Si bien se destaca que países como Francia, España, Bélgica y Portugal ya han adoptado legislaciones similares, la duda persiste: ¿estamos tratando el problema de raíz o simplemente ofreciendo un barniz legal a una situación más compleja?
La propuesta, en un contexto internacional, puede parecer un paso hacia un ambiente laboral más saludable y equitativo, pero la discrepancia entre las leyes y su aplicación efectiva es evidente, o ¿Cómo lo ve usted?. Hasta la próxima.