Por Felipe Vega, Fundador de CECANI Latinoamérica, empresa de enseñanza y divulgación sobre asociaciones y otras figuras sin fines de lucro.
En el ámbito de la filantropía se ha instalado, paulatinamente, una duda razonable del por qué de las donaciones empresariales. ¿Qué intereses ocultos tienen las corporaciones privadas para generar dádivas a las organizaciones no gubernamentales?
Este es un breve recorrido de las razones y sin razones por las que las compañías apoyan a las instituciones filantrópicas.
Las empresas donan filantrópicamente por una serie de razones, incluidos los incentivos fiscales y las relaciones públicas. Saben que pueden obtener confianza, fidelidad y apoyo, no sólo ventas sino buena voluntad social y gubernamental.
Algunas aportaciones, asimismo, pueden estar motivados por prioridades políticas y de regulación. Es decir, impulsar acciones que de alguna manera sirven a los propios fines empresariales. Por ejemplo, una empresa de productos orgánicos que financia estudios medio ambientales. La razón de raíz es la congruencia entre la mística y valores empresariales con las acciones que las fortalecen.
Ahora, puede ser difícil reconocer si las empresas emplean la filantropía para ganar influencia. Las subvenciones caritativas son prácticamente indetectables por ciudadanos privados y funcionarios públicos sin acceso a información detallada de declaraciones de impuestos. Esta opacidad, argumentan, se suma al atractivo para las empresas de utilizar organizaciones sin fines de lucro como aliados de cabildeo: Las organizaciones independientes a distancia pueden extender la credibilidad de las posiciones sostenidas por intereses especiales.
De alguna manera, las instituciones que apoyan causas sociales ganan mayor influencia. Es una táctica efectiva de relaciones públicas.
Vale mencionar, asimismo, que la fundación o fundaciones de una corporación no necesariamente estarán vinculadas por su nombre a la compañía. Por ejemplo, aunque las declaraciones incluyen apéndices que enumeran a todos los concesionarios que reciben pagos de 5,000 o más dólares en un año fiscal en Estados Unidos, estos no incluyen los números de identificación únicos de las organizaciones sin fines de lucro archivados en el Servicio de Impuestos Internos. En México la opacidad es más alta.
No obstante, existen datos que pueden transferirse de las economías avanzadas a la operación en países en vías de desarrollo. Una de las más significativas tiene que ver con la visión del mundo, la misión y objetivos tanto de las empresas privadas como de las ONG que apoyan.
En diferentes estudios realizados con las 629 fundaciones más grandes en los Estados Unidos se encontró que las organizaciones sin fines de lucro y las compañías que las financiaban tendían a usar un lenguaje similar. De alguna manera su misión suele mimetizarse hasta cierto punto. Se generan entonces importantes apoyos.
El uso de palabras similares y conceptos análogos es una de las muestras más fehacientes de apoyo real y fidelidad intelectual.
Las ventajas de la filantropía corporativa también tienen una perspectiva más natural: apoyar a quien trabaja en valores análogos a los de la corporación.
A medida que las empresas ganan credibilidad, como se mostró a raíz de la reciente pandemia mundial, un área muy importante de la reputación se construye con la responsabilidad social. De ahí el interés creciente de distintas organizaciones privadas por aportar al futuro y buscar causas con las que se identifican: educación, acciones medio ambientales, nutrición, salud, divulgación científica…
Además de la posibilidad de que las aportaciones puedan ser deducibles de impuestos, se abren grandes posibilidades a fortalecer la reputación entre las distintas partes interesadas de la compañía. Y esto, en un momento en el que los consumidores privilegian empresas con buen nombre y credibilidad, no es un aporte menor.