Por Felipe Vega, fundador y director general de CECANI LATAM, empresa de capacitación para asociaciones civiles y otras figuras no lucrativas.
Sabemos que el mercado de artículos de cuidado personal ambiental o socialmente responsables aumentó en la última década. Sin embargo, el retailer percibe que esta consciencia no se patentiza a los hábitos de compra.
Al mismo tiempo, aunque las marcas realizan afirmaciones ecológicas, muchas veces lo hacen sin fundamentarlas. Las consideran una moda “deseable” pero no forma parte de la gestión consuetudinaria.
El 78% de los consumidores menciona que un estilo de vida sostenible es importante para ellos, pero en sus decisiones de compra consideran el tamaño del paquete, ingredientes, precio e incluso el nombre de la marca sobre la sostenibilidad.
Al mismo tiempo, las grandes marcas ofrecen menos opciones sostenibles respecto a las «marginales» más pequeñas. Un patrón similar se mantiene incluso entre las marcas propiedad de una sola empresa. Sus opciones sostenibles las realizan a través de sus marcas más pequeñas, no las agregan a sus marcas establecidas.
Esto significa que las grandes marcas con un alto valor, no “necesitan” agregarle características de sustentabilidad a sus productos.
Entonces, para incorporar características sustentables a marcas de distintos giros económicos, podría pensarse en un programa de incentivos fiscales.
Incluso, una mayor supervisión podría catapultar la sustentabilidad de distintos productos. La Unión Europea, por ejemplo, tiene reglas más rígidas sobre los productos de cuidado personal respecto a Estados Unidos. Así, las empresas con declaraciones de sostenibilidad en esta región deben aportar pruebas de que reducen el impacto medioambiental. Es decir, una regulación reciente establece que las empresas no pueden usar palabras ‘verdes’ en el empaque de sus productos sin dar evidencia de que el producto realmente cumple con los estándares de sostenibilidad.
En Estados Unidos existen llamados para una regulación más estricta del sector de productos de cuidado personal y la Comisión Federal de Comercio intensifica el enjuiciamiento de las empresas que hacen afirmaciones ambientales engañosas.
El avance de criterios sustentables en Estados Unidos se percibe aún lento, pero existen avances: en 2020, California se convirtió en el primer estado en prohibir la venta de cosméticos probados en animales. Para marzo de 2024, otros 11 estados aprobaron prohibiciones similares.
Actualmente se estudia el impacto de estas leyes recientes en la industria del cuidado personal y es posible que las marcas nacionales tengan que ajustar todas sus líneas de productos para cumplir la regulación se origina en un estado grande como California.
¿zanahoria, palo o ambas? Los ambientalistas y quienes buscan una gobernanza ética aún no concuerdan en las medidas idóneas para impulsar la sustentabilidad real y no sólo enunciativa. Ante esto, la Sociedad Civil Organizada extiende ya una lista de propuestas para que los principios verdes no sean sólo utopía.