Por Eduardo Reynosa, socio director de JedAIs, empresa de capacitación y certificación de Inteligencia Artificial.
Existen posiciones encontradas acerca de las ventajas que supondrá la IA en el ambiente de trabajo y la presentación de soluciones y propuestas al mercado. Subyace la incertidumbre y el miedo en muchas organizaciones mientras otras abanderan posturas de imprudente apertura sin establecer a priori metas y objetivos.
En ambas posturas radicales se localiza un problema raíz: la falta de capacitación. La IA es aún un gran misterio en varias organizaciones y se requieren conocimientos formales, e incluso certificaciones de la fuerza laboral en distintas áreas, para catapultar el potencial de las organizaciones.
Este es un reflejo de lo que globalmente priva en el ámbito de negocios global:
Más del 50% de las empresas de Fortune 500 afirman que la IA podría suponer riesgos para sus organizaciones, lo que posiblemente intensificaría la competencia para implementar la IA (y obtener una ventaja) cada vez más rápidamente, revela una encuesta de presentaciones corporativas cubierta del Financial Times.
Eso es un aumento del 9% respecto de hace solo dos años. La mayoría de las empresas que mencionaron la IA de generación en sus informes anuales también ven la tecnología en ciernes como un riesgo.
Más aún: De las 108 empresas que hablaron sobre la IA de generación, solo 33 consideraron la tecnología como una oportunidad, en función de su potencial para mejorar los costos, operaciones e incluso la creatividad.
Es decir, las organizaciones que pueden lograr algún tipo de avance en competencias eminentemente humanas, no solo tecnológicas, tienden a ser aquellas que avanzan más rápido.
Pero, a pesar de la promesa de la IA de última generación, solo un pequeño porcentaje de las empresas comienzan a aprovechar de manera significativa su potencial. Alrededor de una tercera parte.
Ahora, debido a que la IA de última generación es tan fácil de usar, muchas organizaciones sucumben a la «muerte por mil pilotos», como se le llama al uso no selectivo de la tecnología de punta y a la falta de alineación a la gestión corporativa. Eso no es democratización tecnológica, sino un caos.
Aunque las organizaciones empiezan a captar valor de la IA de última generación, todavía es muy pronto para presentar resultados. Aproximadamente el 10 % de las empresas experimentan un impacto financiero positivo por el uso de la IA de última generación durante este año.
Para implementar esta tecnología de manera eficaz, es aconsejable que los líderes que empiecen por elegir un dominio o proceso, flujo de trabajo, recorrido o función específicos en el que implementar la IA de última generación. Deben centrarse en un problema que la IA de última generación podría ayudar a solucionar y establecer un objetivo ambicioso para cambiar ese dominio con un objetivo comercial específico.
Antes de empezar convendría capacitar y certificar a los colaboradores que lograrían detectar procesos claves en los que la IA podría maximizar rendimiento y presentar resultados cualitativa y cuantitativamente.