Los nuevos muros de agua

PULSO

Eduardo Meraz

Las vallas en Palacio Nacional y en la frontera norte, son “los nuevos muros de agua”, en el cual los sistemas de México y Estados Unidos se protegen de quienes pretenden invadir los territorios de la cuarta transformación y del sueño americano, pues ponen en riesgo su viabilidad.

En la plaza principal de México, la expropiación de facto de la edificación orgullo de los mexicanos y su “amurallamiento” revelan los traumas de quien se dice el segundo presidente más popular del mundo mundial, pues teme la reacción de todas las víctimas de sus políticas.

Sin ser una nación en guerra, México ha perdido a casi un millón de compatriotas, ya sea por la pandemia o la violencia; campos en los cuales la negativa a seguir medidas recomendadas internacionalmente tuvo efectos devastadores.

El tercer elemento para justificar el encierro del poder ejecutivo es la miope interpretación del “humanismo mexicano”, el cual cada mañana, en el teatro en atril del mandatario sin nombre y sin palabra, se sataniza, fustiga, ofende y denigra a todos aquellos que difieren de la visión presidencial.

Supuesto humanismo, en donde la burla y violación de las leyes es el pan de cada día y, en vez de fortalecer la división de poderes, se busca subordinar al legislativo y al judicial. La única voz válida, dentro de esa filosofía -si así se le puede llamar- es la del habitante temporal de Palacio Nacional.

Si alguien osa oponerse a sus ocurrencias y caprichos, inmediatamente es llevado a la hoguera de la “cuarta inquisición” y queda expuesto a las indagatorias de todo el aparato gubernamental.

Esta forma de “racismo y clasismo ideológico” del cuatroteísmo ha propiciado que el principal ofensor, por obra y gracia, se transfigure en víctima de los malvados y perversos opositores, y que quienes han sufrido las consecuencias de sus malas y mediocres decisiones se conviertan en conservadores y reaccionarios.

En esa lógica, el lloriqueo del mandatario mexicano por el reforzamiento del muro en la frontera norte carece de sentido, pues como hemos visto en los días previos, ante manifestaciones de descontento hacia su mandato, reforzó la muralla en torno a Palacio Nacional.

La decisión del gobierno del presidente Biden y de algunos gobernadores estadounidenses colindantes con nuestro país por reforzar las vallas, para contener el flujo migratorio, es también en defensa de sus intereses, más allá de si humanamente son o no válidos y entendibles.

Sobre todo, si consideramos que el gobierno cuatroteísta aumentó, en las últimas semanas en siete mil el número de efectivos del orden para contener la oleada migratoria, al pasar de 27 mil a 34 mil elementos.

Este reforzamiento del muro humano en territorio nacional es equivalente a lo hecho por el gobierno de Estados Unidos y, sin embargo, dicha medida se justifica a ciegas por parte del oficialismo, al asumir una posición hipócrita respecto del fenómeno migratorio.

Por las condiciones económicas, sociales y políticas que se viven en las naciones de donde provienen los migrantes, difícilmente los muros de agua detendrán su camino. Y lo mismo ocurre con la marea democrática en México, para abrir las puertas de Palacio Nacional para todos, sin distingos.

He dicho.

 

EFECTO DOMINÓ

Hasta el momento, la candidatura del Frente Amplio por México para la jefatura de la Ciudad de México está lejos de estar definida, pues no hay un aspirante que descuelle como ocurrió con Xóchitl Gálvez. Entre los candidatos con mayores posibilidades se ubica el actual coordinador parlamentario del PRD en la Cámara de Diputados, Luis Espinosa Cházaro, dentro de lo que se prevé un proceso cerrado.

 

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